miércoles, 14 de marzo de 2018

¡Puro cuento!


El cuento es uno de los subgéneros de la narrativa, por lo general es breve que se caracteriza por tener pocos personajes, aunque puede basarse en hechos reales, está marcado por la ficción, está escrito en prosa y tiene un único argumento. Hay dos tipos de cuento: el cuento popular (los que conocemos como los cuentos infantiles), y el cuento literario que es elaborado con rigurosidad por un escritor que le imprime su estilo y ritmo. (Ej. Julio Cortázar, García Márquez, Edgar Allan Poe, Ernest Hemingway entre muchos otros. ). 
  Les dejo el link de una página que encontré en la que podrán leer y descargar entre muchas opciones de autores y cuentos:
Además, el libro: "Antología de la literatura fantástica" que contiene muchos cuentos breves:
http://biblio3.url.edu.gt/Libros/borges/borges.pdf

"Ficciones" uno de los libro de cuentos Jorge Luis Borges publicado en 1944.

https://libraryofbabel.info/Borges/Borges-Ficciones.pdf

Página para leer 100 cuentos de Julio Cortázar y Jorge Luis Borges:

http://culturacolectiva.com/100-cuentos-de-julio-cortazar-y-jorge-luis-borges/

De uno de los exponentes más importantes de la narrativa latinoamericana, Gabriel García Márquez, "Doce cuentos peregrinos":

http://www.itvalledelguadiana.edu.mx/librosdigitales/Gabriel%20Garc%C3%ADa%20M%C3%A1rquez%20-%20Doce%20cuentos%20peregrinos.pdf

Uno de ellos: "Espantos de agosto":

Espantos de agosto

[Cuento - Texto completo.]
Gabriel García Márquez

Llegamos a Arezzo un poco antes del medio día, y perdimos más de dos horas buscando el castillo renacentista que el escritor venezolano Miguel Otero Silva había comprado en aquel recodo idílico de la campiña toscana. Era un domingo de principios de agosto, ardiente y bullicioso, y no era fácil encontrar a alguien que supiera algo en las calles abarrotadas de turistas. Al cabo de muchas tentativas inútiles volvimos al automóvil, abandonamos la ciudad por un sendero de cipreses sin indicaciones viales, y una vieja pastora de gansos nos indicó con precisión dónde estaba el castillo. Antes de despedirse nos preguntó si pensábamos dormir allí, y le contestamos, como lo teníamos previsto, que sólo íbamos a almorzar.
-Menos mal -dijo ella- porque en esa casa espantan.
Mi esposa y yo, que no creemos en aparecidos del medio día, nos burlamos de su credulidad. Pero nuestros dos hijos, de nueve y siete años, se pusieron dichosos con la idea de conocer un fantasma de cuerpo presente.
Miguel Otero Silva, que además de buen escritor era un anfitrión espléndido y un comedor refinado, nos esperaba con un almuerzo de nunca olvidar. Como se nos había hecho tarde no tuvimos tiempo de conocer el interior del castillo antes de sentarnos a la mesa, pero su aspecto desde fuera no tenía nada de pavoroso, y cualquier inquietud se disipaba con la visión completa de la ciudad desde la terraza florida donde estábamos almorzando. Era difícil creer que en aquella colina de casas encaramadas, donde apenas cabían noventa mil personas, hubieran nacido tantos hombres de genio perdurable. Sin embargo, Miguel Otero Silva nos dijo con su humor caribe que ninguno de tantos era el más insigne de Arezzo.
-El más grande -sentenció- fue Ludovico.
Así, sin apellidos: Ludovico, el gran señor de las artes y de la guerra, que había construido aquel castillo de su desgracia, y de quien Miguel nos habló durante todo el almuerzo. Nos habló de su poder inmenso, de su amor contrariado y de su muerte espantosa. Nos contó cómo fue que en un instante de locura del corazón había apuñalado a su dama en el lecho donde acababan de amarse, y luego azuzó contra sí mismo a sus feroces perros de guerra que lo despedazaron a dentelladas. Nos aseguró, muy en serio, que a partir de la media noche el espectro de Ludovico deambulaba por la casa en tinieblas tratando de conseguir el sosiego en su purgatorio de amor.
El castillo, en realidad, era inmenso y sombrío. Pero a pleno día, con el estómago lleno y el corazón contento, el relato de Miguel no podía parecer sino una broma como tantas otras suyas para entretener a sus invitados. Los ochenta y dos cuartos que recorrimos sin asombro después de la siesta, habían padecido toda clase de mudanzas de sus dueños sucesivos. Miguel había restaurado por completo la planta baja y se había hecho construir un dormitorio moderno con suelos de mármol e instalaciones para sauna y cultura física, y la terraza de flores intensas donde habíamos almorzado. La segunda planta, que había sido la más usada en el curso de los siglos, era una sucesión de cuartos sin ningún carácter, con muebles de diferentes épocas abandonados a su suerte. Pero en la última se conservaba una habitación intacta por donde el tiempo se había olvidado de pasar. Era el dormitorio de Ludovico.
Fue un instante mágico. Allí estaba la cama de cortinas bordadas con hilos de oro, y el sobrecama de prodigios de pasamanería todavía acartonado por la sangre seca de la amante sacrificada. Estaba la chimenea con las cenizas heladas y el último leño convertido en piedra, el armario con sus armas bien cebadas, y el retrato al óleo del caballero pensativo en un marco de oro, pintado por alguno de los maestros florentinos que no tuvieron la fortuna de sobrevivir a su tiempo. Sin embargo, lo que más me impresionó fue el olor de fresas recientes que permanecía estancado sin explicación posible en el ámbito del dormitorio.
Los días del verano son largos y parsimoniosos en la Toscana, y el horizonte se mantiene en su sitio hasta las nueve de la noche. Cuando terminamos de conocer el castillo eran más de las cinco, pero Miguel insistió en llevarnos a ver los frescos de Piero della Francesca en la Iglesia de San Francisco, luego nos tomamos un café bien conversado bajo las pérgolas de la plaza, y cuando regresamos para recoger las maletas encontramos la cena servida. De modo que nos quedamos a cenar.
Mientras lo hacíamos, bajo un cielo malva con una sola estrella, los niños prendieron unas antorchas en la cocina, y se fueron a explorar las tinieblas en los pisos altos. Desde la mesa oíamos sus galopes de caballos cerreros por las escaleras, los lamentos de las puertas, los gritos felices llamando a Ludovico en los cuartos tenebrosos. Fue a ellos a quienes se les ocurrió la mala idea de quedarnos a dormir. Miguel Otero Silva los apoyó encantado, y nosotros no tuvimos el valor civil de decirles que no.
Al contrario de lo que yo temía, dormimos muy bien, mi esposa y yo en un dormitorio de la planta baja y mis hijos en el cuarto contiguo. Ambos habían sido modernizados y no tenían nada de tenebrosos. Mientras trataba de conseguir el sueño conté los doce toques insomnes del reloj de péndulo de la sala, y me acordé de la advertencia pavorosa de la pastora de gansos. Pero estábamos tan cansados que nos dormimos muy pronto, en un sueño denso y continuo, y desperté después de las siete con un sol espléndido entre las enredaderas de la ventana. A mi lado, mi esposa navegaba en el mar apacible de los inocentes. “Qué tontería -me dije-, que alguien siga creyendo en fantasmas por estos tiempos”. Sólo entonces me estremeció el olor de fresas recién cortadas, y vi la chimenea con las cenizas frías y el último leño convertido en piedra, y el retrato del caballero triste que nos miraba desde tres siglos antes en el marco de oro. Pues no estábamos en la alcoba de la planta baja donde nos habíamos acostado la noche anterior, sino en el dormitorio de Ludovico, bajo la cornisa y las cortinas polvorientas y las sábanas empapadas de sangre todavía caliente de su cama maldita. 
De Franz Kafka, escritor Checo, "Ante la ley":
 

Ante la ley

[Cuento - Texto completo.]
Franz Kafka

Ante la ley hay un guardián. Un campesino se presenta frente a este guardián, y solicita que le permita entrar en la Ley. Pero el guardián contesta que por ahora no puede dejarlo entrar. El hombre reflexiona y pregunta si más tarde lo dejarán entrar.
-Tal vez -dice el centinela- pero no por ahora.
La puerta que da a la Ley está abierta, como de costumbre; cuando el guardián se hace a un lado, el hombre se inclina para espiar. El guardián lo ve, se sonríe y le dice:
-Si tu deseo es tan grande haz la prueba de entrar a pesar de mi prohibición. Pero recuerda que soy poderoso. Y sólo soy el último de los guardianes. Entre salón y salón también hay guardianes, cada uno más poderoso que el otro. Ya el tercer guardián es tan terrible que no puedo mirarlo siquiera.
El campesino no había previsto estas dificultades; la Ley debería ser siempre accesible para todos, piensa, pero al fijarse en el guardián, con su abrigo de pieles, su nariz grande y aguileña, su barba negra de tártaro, rala y negra, decide que le conviene más esperar. El guardián le da un escabel y le permite sentarse a un costado de la puerta.
Allí espera días y años. Intenta infinitas veces entrar y fatiga al guardián con sus súplicas. Con frecuencia el guardián conversa brevemente con él, le hace preguntas sobre su país y sobre muchas otras cosas; pero son preguntas indiferentes, como las de los grandes señores, y, finalmente siempre le repite que no puede dejarlo entrar. El hombre, que se ha provisto de muchas cosas para el viaje, sacrifica todo, por valioso que sea, para sobornar al guardián. Este acepta todo, en efecto, pero le dice:
-Lo acepto para que no creas que has omitido ningún esfuerzo.
Durante esos largos años, el hombre observa casi continuamente al guardián: se olvida de los otros y le parece que éste es el único obstáculo que lo separa de la Ley. Maldice su mala suerte, durante los primeros años audazmente y en voz alta; más tarde, a medida que envejece, sólo murmura para sí. Retorna a la infancia, y como en su cuidadosa y larga contemplación del guardián ha llegado a conocer hasta las pulgas de su cuello de piel, también suplica a las pulgas que lo ayuden y convenzan al guardián. Finalmente, su vista se debilita, y ya no sabe si realmente hay menos luz, o si sólo lo engañan sus ojos. Pero en medio de la oscuridad distingue un resplandor, que surge inextinguible de la puerta de la Ley. Ya le queda poco tiempo de vida. Antes de morir, todas las experiencias de esos largos años se confunden en su mente en una sola pregunta, que hasta ahora no ha formulado. Hace señas al guardián para que se acerque, ya que el rigor de la muerte comienza a endurecer su cuerpo. El guardián se ve obligado a agacharse mucho para hablar con él, porque la disparidad de estaturas entre ambos ha aumentado bastante con el tiempo, para desmedro del campesino.
-¿Qué quieres saber ahora? -pregunta el guardián-. Eres insaciable.
-Todos se esfuerzan por llegar a la Ley -dice el hombre-; ¿cómo es posible entonces que durante tantos años nadie más que yo pretendiera entrar?
El guardián comprende que el hombre está por morir, y para que sus desfallecientes sentidos perciban sus palabras, le dice junto al oído con voz atronadora:
-Nadie podía pretenderlo porque esta entrada era solamente para ti. Ahora voy a cerrarla.
FIN
De mis cuentos favoritos: "La pata de mono" de W.W. Jacobs, escritor británico.

La pata de mono

[Cuento - Texto completo.]
W.W. Jacobs

La noche era fría y húmeda, pero en la pequeña sala de Laburnum Villa los postigos estaban cerrados y el fuego ardía vivamente. Padre e hijo jugaban al ajedrez. El primero tenía ideas personales sobre el juego y ponía al rey en tan desesperados e inútiles peligros que provocaba el comentario de la vieja señora que tejía plácidamente junto a la chimenea.
-Oigan el viento -dijo el señor White; había cometido un error fatal y trataba de que su hijo no lo advirtiera.
-Lo oigo -dijo éste moviendo implacablemente la reina-. Jaque.
-No creo que venga esta noche -dijo el padre con la mano sobre el tablero.
-Mate -contestó el hijo.
-Esto es lo malo de vivir tan lejos -vociferó el señor White con imprevista y repentina violencia-. De todos los suburbios, este es el peor. El camino es un pantano. No se qué piensa la gente. Como hay sólo dos casas alquiladas, no les importa.
-No te aflijas, querido -dijo suavemente su mujer-, ganarás la próxima vez.
El señor White alzó la vista y sorprendió una mirada de complicidad entre madre e hijo. Las palabras murieron en sus labios y disimuló un gesto de fastidio.
-Ahí viene -dijo Herbert White al oír el golpe del portón y unos pasos que se acercaban. Su padre se levantó con apresurada hospitalidad y abrió la puerta; le oyeron condolerse con el recién venido.
Luego, entraron. El forastero era un hombre fornido, con los ojos salientes y la cara rojiza.
-El sargento mayor Morris -dijo el señor White, presentándolo. El sargento les dio la mano, aceptó la silla que le ofrecieron y observó con satisfacción que el dueño de casa traía whisky y unos vasos y ponía una pequeña pava de cobre sobre el fuego.
Al tercer vaso, le brillaron los ojos y empezó a hablar. La familia miraba con interés a ese forastero que hablaba de guerras, de epidemias y de pueblos extraños.
-Hace veintiún años -dijo el señor White sonriendo a su mujer y a su hijo-. Cuando se fue era apenas un muchacho. Mírenlo ahora.
-No parece haberle sentado tan mal -dijo la señora White amablemente.
-Me gustaría ir a la India -dijo el señor White-. Sólo para dar un vistazo.
-Mejor quedarse aquí -replicó el sargento moviendo la cabeza. Dejó el vaso y, suspirando levemente, volvió a sacudir la cabeza.
-Me gustaría ver los viejos templos y faquires y malabaristas -dijo el señor White-. ¿Qué fue, Morris, lo que usted empezó a contarme los otros días, de una pata de mono o algo por el estilo?
-Nada -contestó el soldado apresuradamente-. Nada que valga la pena oír.
-¿Una pata de mono? -preguntó la señora White.
-Bueno, es lo que se llama magia, tal vez -dijo con desgana el militar.
Sus tres interlocutores lo miraron con avidez. Distraídamente, el forastero llevó la copa vacía a los labios: volvió a dejarla. El dueño de casa la llenó.
-A primera vista, es una patita momificada que no tiene nada de particular -dijo el sargento mostrando algo que sacó del bolsillo.
La señora retrocedió, con una mueca. El hijo tomó la pata de mono y la examinó atentamente.
-¿Y qué tiene de extraordinario? -preguntó el señor White quitándosela a su hijo, para mirarla.
-Un viejo faquir le dio poderes mágicos -dijo el sargento mayor-. Un hombre muy santo… Quería demostrar que el destino gobierna la vida de los hombres y que nadie puede oponérsele impunemente. Le dio este poder: Tres hombres pueden pedirle tres deseos.
Habló tan seriamente que los otros sintieron que sus risas desentonaban.
-Y usted, ¿por qué no pide las tres cosas? -preguntó Herbert White.
El sargento lo miró con tolerancia.
-Las he pedido -dijo, y su rostro curtido palideció.
-¿Realmente se cumplieron los tres deseos? -preguntó la señora White.
-Se cumplieron -dijo el sargento.
-¿Y nadie más pidió? -insistió la señora.
-Sí, un hombre. No sé cuáles fueron las dos primeras cosas que pidió; la tercera fue la muerte. Por eso entré en posesión de la pata de mono.
Habló con tanta gravedad que produjo silencio.
-Morris, si obtuvo sus tres deseos, ya no le sirve el talismán -dijo, finalmente, el señor White-. ¿Para qué lo guarda?
El sargento sacudió la cabeza:
-Probablemente he tenido, alguna vez, la idea de venderlo; pero creo que no lo haré. Ya ha causado bastantes desgracias. Además, la gente no quiere comprarlo. Algunos sospechan que es un cuento de hadas; otros quieren probarlo primero y pagarme después.
-Y si a usted le concedieran tres deseos más -dijo el señor White-, ¿los pediría?
-No sé -contestó el otro-. No sé.
Tomó la pata de mono, la agitó entre el pulgar y el índice y la tiró al fuego. White la recogió.
-Mejor que se queme -dijo con solemnidad el sargento.
-Si usted no la quiere, Morris, démela.
-No quiero -respondió terminantemente-. La tiré al fuego; si la guarda, no me eche la culpa de lo que pueda suceder. Sea razonable, tírela.
El otro sacudió la cabeza y examinó su nueva adquisición. Preguntó:
-¿Cómo se hace?
-Hay que tenerla en la mano derecha y pedir los deseos en voz alta. Pero le prevengo que debe temer las consecuencias.
-Parece de Las mil y una noches -dijo la señora White. Se levantó a preparar la mesa-. ¿No le parece que podrían pedir para mí otro par de manos?
El señor White sacó del bolsillo el talismán; los tres se rieron al ver la expresión de alarma del sargento.
-Si está resuelto a pedir algo -dijo agarrando el brazo de White- pida algo razonable.
El señor White guardó en el bolsillo la pata de mono. Invitó a Morris a sentarse a la mesa. Durante la comida el talismán fue, en cierto modo, olvidado. Atraídos, escucharon nuevos relatos de la vida del sargento en la India.
-Si en el cuento de la pata de mono hay tanta verdad como en los otros -dijo Herbert cuando el forastero cerró la puerta y se alejó con prisa, para alcanzar el último tren-, no conseguiremos gran cosa.
-¿Le diste algo? -preguntó la señora mirando atentamente a su marido.
-Una bagatela -contestó el señor White, ruborizándose levemente-. No quería aceptarlo, pero lo obligué. Insistió en que tirara el talismán.
-Sin duda -dijo Herbert, con fingido horror-, seremos felices, ricos y famosos. Para empezar tienes que pedir un imperio, así no estarás dominado por tu mujer.
El señor White sacó del bolsillo el talismán y lo examinó con perplejidad.
-No se me ocurre nada para pedirle -dijo con lentitud-. Me parece que tengo todo lo que deseo.
-Si pagaras la hipoteca de la casa serías feliz, ¿no es cierto? -dijo Herbert poniéndole la mano sobre el hombro-. Bastará con que pidas doscientas libras.
El padre sonrió avergonzado de su propia credulidad y levantó el talismán; Herbert puso una cara solemne, hizo un guiño a su madre y tocó en el piano unos acordes graves.
-Quiero doscientas libras -pronunció el señor White.
Un gran estrépito del piano contestó a sus palabras. El señor White dio un grito. Su mujer y su hijo corrieron hacia él.
-Se movió -dijo, mirando con desagrado el objeto, y lo dejó caer-. Se retorció en mi mano como una víbora.
-Pero yo no veo el dinero -observó el hijo, recogiendo el talismán y poniéndolo sobre la mesa-. Apostaría que nunca lo veré.
-Habrá sido tu imaginación, querido -dijo la mujer, mirándolo ansiosamente.
Sacudió la cabeza.
-No importa. No ha sido nada. Pero me dio un susto.
Se sentaron junto al fuego y los dos hombres acabaron de fumar sus pipas. El viento era más fuerte que nunca. El señor White se sobresaltó cuando golpeó una puerta en los pisos altos. Un silencio inusitado y deprimente los envolvió hasta que se levantaron para ir a acostarse.
-Se me ocurre que encontrarás el dinero en una gran bolsa, en medio de la cama -dijo Herbert al darles las buenas noches-. Una aparición horrible, agazapada encima del ropero, te acechará cuando estés guardando tus bienes ilegítimos.
Ya solo, el señor White se sentó en la oscuridad y miró las brasas, y vio caras en ellas. La última era tan simiesca, tan horrible, que la miró con asombro; se rió, molesto, y buscó en la mesa su vaso de agua para echárselo encima y apagar la brasa; sin querer, tocó la pata de mono; se estremeció, limpió la mano en el abrigo y subió a su cuarto.
II
A la mañana siguiente, mientras tomaba el desayuno en la claridad del sol invernal, se rió de sus temores. En el cuarto había un ambiente de prosaica salud que faltaba la noche anterior; y esa pata de mono; arrugada y sucia, tirada sobre el aparador, no parecía terrible.
-Todos los viejos militares son iguales -dijo la señora White-. ¡Qué idea, la nuestra, escuchar esas tonterías! ¿Cómo puede creerse en talismanes en esta época? Y si consiguieras las doscientas libras, ¿qué mal podrían hacerte?
-Pueden caer de arriba y lastimarte la cabeza -dijo Herbert.
-Según Morris, las cosas ocurrían con tanta naturalidad que parecían coincidencias -dijo el padre.
-Bueno, no vayas a encontrarte con el dinero antes de mi vuelta -dijo Herbert, levantándose de la mesa-. No sea que te conviertas en un avaro y tengamos que repudiarte.
La madre se rió, lo acompañó hasta afuera y lo vio alejarse por el camino; de vuelta a la mesa del comedor, se burló de la credulidad del marido.
Sin embargo, cuando el cartero llamó a la puerta corrió a abrirla, y cuando vio que sólo traía la cuenta del sastre se refirió con cierto malhumor a los militares de costumbres intemperantes.
-Me parece que Herbert tendrá tema para sus bromas -dijo al sentarse.
-Sin duda -dijo el señor White-. Pero, a pesar de todo, la pata se movió en mi mano. Puedo jurarlo.
-Habrá sido en tu imaginación -dijo la señora suavemente.
-Afirmo que se movió. Yo no estaba sugestionado. Era… ¿Qué sucede?
Su mujer no le contestó. Observaba los misteriosos movimientos de un hombre que rondaba la casa y no se decidía a entrar. Notó que el hombre estaba bien vestido y que tenía una galera nueva y reluciente; pensó en las doscientas libras. El hombre se detuvo tres veces en el portón; por fin se decidió a llamar.
Apresuradamente, la señora White se quitó el delantal y lo escondió debajo del almohadón de la silla.
Hizo pasar al desconocido. Éste parecía incómodo. La miraba furtivamente, mientras ella le pedía disculpas por el desorden que había en el cuarto y por el guardapolvo del marido. La señora esperó cortésmente que les dijera el motivo de la visita; el desconocido estuvo un rato en silencio.
-Vengo de parte de Maw & Meggins -dijo por fin.
La señora White tuvo un sobresalto.
-¿Qué pasa? ¿Qué pasa? ¿Le ha sucedido algo a Herbert?
Su marido se interpuso.
-Espera, querida. No te adelantes a los acontecimientos. Supongo que usted no trae malas noticias, señor.
Y lo miró patéticamente.
-Lo siento… -empezó el otro.
-¿Está herido? -preguntó, enloquecida, la madre.
El hombre asintió.
-Mal herido -dijo pausadamente-. Pero no sufre.
-Gracias a Dios -dijo la señora White, juntando las manos-. Gracias a Dios.
Bruscamente comprendió el sentido siniestro que había en la seguridad que le daban y vio la confirmación de sus temores en la cara significativa del hombre. Retuvo la respiración, miró a su marido que parecía tardar en comprender, y le tomó la mano temblorosamente. Hubo un largo silencio.
-Lo agarraron las máquinas -dijo en voz baja el visitante.
-Lo agarraron las máquinas -repitió el señor White, aturdido.
Se sentó, mirando fijamente por la ventana; tomó la mano de su mujer, la apretó en la suya, como en sus tiempos de enamorados.
-Era el único que nos quedaba -le dijo al visitante-. Es duro.
El otro se levantó y se acercó a la ventana.
-La compañía me ha encargado que le exprese sus condolencias por esta gran pérdida -dijo sin darse la vuelta-. Le ruego que comprenda que soy tan sólo un empleado y que obedezco las órdenes que me dieron.
No hubo respuesta. La cara de la señora White estaba lívida.
-Se me ha comisionado para declararles que Maw & Meggins niegan toda responsabilidad en el accidente -prosiguió el otro-. Pero en consideración a los servicios prestados por su hijo, le remiten una suma determinada.
El señor White soltó la mano de su mujer y, levantándose, miró con terror al visitante. Sus labios secos pronunciaron la palabra: ¿cuánto?
-Doscientas libras -fue la respuesta.
Sin oír el grito de su mujer, el señor White sonrió levemente, extendió los brazos, como un ciego, y se desplomó, desmayado.
III
En el cementerio nuevo, a unas dos millas de distancia, marido y mujer dieron sepultura a su muerto y volvieron a la casa transidos de sombra y de silencio.
Todo pasó tan pronto que al principio casi no lo entendieron y quedaron esperando alguna otra cosa que les aliviara el dolor. Pero los días pasaron y la expectativa se transformó en resignación, esa desesperada resignación de los viejos, que algunos llaman apatía. Pocas veces hablaban, porque no tenían nada que decirse; sus días eran interminables hasta el cansancio.
Una semana después, el señor White, despertándose bruscamente en la noche, estiró la mano y se encontró solo.
El cuarto estaba a oscuras; oyó cerca de la ventana, un llanto contenido. Se incorporó en la cama para escuchar.
-Vuelve a acostarte -dijo tiernamente-. Vas a coger frío.
-Mi hijo tiene más frío -dijo la señora White y volvió a llorar.
Los sollozos se desvanecieron en los oídos del señor White. La cama estaba tibia, y sus ojos pesados de sueño. Un despavorido grito de su mujer lo despertó.
-La pata de mono -gritaba desatinadamente-, la pata de mono.
El señor White se incorporó alarmado.
-¿Dónde? ¿Dónde está? ¿Qué sucede?
Ella se acercó:
-La quiero. ¿No la has destruido?
-Está en la sala, sobre la repisa -contestó asombrado-. ¿Por qué la quieres?
Llorando y riendo se inclinó para besarlo, y le dijo histéricamente:
-Sólo ahora he pensado… ¿Por qué no he pensado antes? ¿Por qué tú no pensaste?
-¿Pensaste en qué? -preguntó.
-En los otros dos deseos -respondió en seguida-. Sólo hemos pedido uno.
-¿No fue bastante?
-No -gritó ella triunfalmente-. Le pediremos otro más. Búscala pronto y pide que nuestro hijo vuelva a la vida.
El hombre se sentó en la cama, temblando.
-Dios mío, estás loca.
-Búscala pronto y pide -le balbuceó-; ¡mi hijo, mi hijo!
El hombre encendió la vela.
-Vuelve a acostarte. No sabes lo que estás diciendo.
-Nuestro primer deseo se cumplió. ¿Por qué no hemos de pedir el segundo?
-Fue una coincidencia.
-Búscala y desea -gritó con exaltación la mujer.
El marido se volvió y la miró:
-Hace diez días que está muerto y además, no quiero decirte otra cosa, lo reconocí por el traje. Si ya entonces era demasiado horrible para que lo vieras…
-¡Tráemelo! -gritó la mujer arrastrándolo hacia la puerta-. ¿Crees que temo al niño que he criado?
El señor White bajó en la oscuridad, entró en la sala y se acercó a la repisa.
El talismán estaba en su lugar. Tuvo miedo de que el deseo todavía no formulado trajera a su hijo hecho pedazos, antes de que él pudiera escaparse del cuarto.
Perdió la orientación. No encontraba la puerta. Tanteó alrededor de la mesa y a lo largo de la pared y de pronto se encontró en el zaguán, con el maligno objeto en la mano.
Cuando entró en el dormitorio, hasta la cara de su mujer le pareció cambiada. Estaba ansiosa y blanca y tenía algo sobrenatural. Le tuvo miedo.
-¡Pídelo! -gritó con violencia.
-Es absurdo y perverso -balbuceó.
-Pídelo -repitió la mujer.
El hombre levantó la mano:
-Deseo que mi hijo viva de nuevo.
El talismán cayó al suelo. El señor White siguió mirándolo con terror. Luego, temblando, se dejó caer en una silla mientras la mujer se acercó a la ventana y levantó la cortina. El hombre no se movió de allí, hasta que el frío del alba lo traspasó. A veces miraba a su mujer que estaba en la ventana. La vela se había consumido; hasta casi apagarse. Proyectaba en las paredes y el techo sombras vacilantes.
Con un inexplicable alivio ante el fracaso del talismán, el hombre volvió a la cama; un minuto después, la mujer, apática y silenciosa, se acostó a su lado.
No hablaron; escuchaban el latido del reloj. Crujió un escalón. La oscuridad era opresiva; el señor White juntó coraje, encendió un fósforo y bajó a buscar una vela.
Al pie de la escalera el fósforo se apagó. El señor White se detuvo para encender otro; simultáneamente resonó un golpe furtivo, casi imperceptible, en la puerta de entrada.
Los fósforos cayeron. Permaneció inmóvil, sin respirar, hasta que se repitió el golpe. Huyó a su cuarto y cerró la puerta. Se oyó un tercer golpe.
-¿Qué es eso? -gritó la mujer.
-Un ratón -dijo el hombre-. Un ratón. Se me cruzó en la escalera.
La mujer se incorporó. Un fuerte golpe retumbó en toda la casa.
-¡Es Herbert! ¡Es Herbert! -La señora White corrió hacia la puerta, pero su marido la alcanzó.
-¿Qué vas a hacer? -le dijo ahogadamente.
-¡Es mi hijo; es Herbert! -gritó la mujer, luchando para que la soltara-. Me había olvidado de que el cementerio está a dos millas. Suéltame; tengo que abrir la puerta.
-Por amor de Dios, no lo dejes entrar -dijo el hombre, temblando.
-¿Tienes miedo de tu propio hijo? -gritó-. Suéltame. Ya voy, Herbert; ya voy.
Hubo dos golpes más. La mujer se libró y huyó del cuarto. El hombre la siguió y la llamó, mientras bajaba la escalera. Oyó el ruido de la tranca de abajo; oyó el cerrojo; y luego, la voz de la mujer, anhelante:
-La tranca -dijo-. No puedo alcanzarla.
Pero el marido, arrodillado, tanteaba el piso, en busca de la pata de mono.
-Si pudiera encontrarla antes de que eso entrara…
Los golpes volvieron a resonar en toda la casa. El señor White oyó que su mujer acercaba una silla; oyó el ruido de la tranca al abrirse; en el mismo instante encontró la pata de mono y, frenéticamente, balbuceó el tercer y último deseo.
Los golpes cesaron de pronto; aunque los ecos resonaban aún en la casa. Oyó retirar la silla y abrir la puerta. Un viento helado entró por la escalera, y un largo y desconsolado alarido de su mujer le dio valor para correr hacia ella y luego hasta el portón. El camino estaba desierto y tranquilo.
FIN

jueves, 8 de marzo de 2018

El Gran Gatsby, El principito, El extraño caso del dr Jeckyll y mr Hyde.

 "EL GRAN GATSBY"  de F. Scott Fitzgerald (Novela)

Es una aproximación crítica al sueño americano, retrato del desencanto de una sociedad frívola. Es, al mismo tiempo, una reflexión sobre la necesidad de los hombres de replicar un pasado idealizado y configurar el presente a partir de una actitud nostálgica. 

http://iesvelesevents.edu.gva.es/wptemp/wp-content/uploads/2013/03/Scott-Fitzgerald.-El-gran-Gatsby.pdf

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"EL EXTRAÑO CASO DEL DOCTOR JECKYLL Y MISTER HYDE" de Robert Louis Stevenson. (Misterio, suspenso).

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Esta novela aborda uno de los temas que más ha inquietado a la humanidad: el bien y el mal. Sin duda una obra de influencia enorme, no sólo por sus méritos literarios, sino por el legado cultural que creció alrededor de sus temáticas.
http://biblioteca.org.ar/libros/300564.pdf 

EL PRINCIPITO de Antoine de Saint -Exupery (Novela)

Novela clásica de ficción que se puede leer a cualquier edad y encontrar diversos mensajes diferentes en cada etapa de la vida. Clásico de la literatura universal nos enseña diversos valores a través de personajes entrañables y una lectura amena.  


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miércoles, 28 de febrero de 2018

Libros clásicos cortos (segunda parte)

... Libros clásicos cortos, segunda parte: 

6. "LA IMPORTANCIA DE LLAMARSE ERNESTO" de Oscar Wilde. (Obra de teatro: Comedia)

http://biblio3.url.edu.gt/Libros/2012/LYM/la_iSerForm.pdf

Es una comedia en la que se describen algunas de las formas de actuar de la sociedad, sus costumbres y la hipocresía con la que a veces se maneja, por medio de diálogos ingeniosos del autor.  

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7. "LA METAMORFOSIS" de Franz Kafka (ficción)

http://www.biblioteca.org.ar/libros/1587.pdf

Al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, encontróse en su cama convertido en un insecto, luego de su impacto inicial, comienza a darse cuenta de que su propia familia lo hace a un lado ¿Cómo hará para sobrevivir de ahora en adelante?

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8. "EL LOBO ESTEPARIO" de Hermann Hesse (Existencialismo)

http://www.itvalledelguadiana.edu.mx/librosdigitales/Hermann%20Hesse%20-%20Lobo%20Estepario.pdf

Harry Haller se asume por momentos como un animal solitario y libre, pero hay momentos en que echa de menos el bullicio de la vida. Es un libro en el que se reflexiona sobre el propio ser a partir de las crisis existenciales de la vida.

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9. "EL FANTASMA DE CANTERVILLE" de Oscar Wilde (Cómico).

http://www.ataun.net/bibliotecagratuita/Cl%C3%A1sicos%20en%20Espa%C3%B1ol/Oscar%20Wilde/El%20fantasma%20de%20Canterville.pdf

Una familia llega a vivir a un castillo donde habita un fantasma que gusta de aterrorizar a quienes se atreven a vivir en dicha casa, sin embargo, sus planes no saldrán como él espera...

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10. "EL LIBRO DE LOS AMORES RIDÍCULOS" de Milan Kundera. (Cuentos)

Es un libro de cuentos, trata diversos temas. Contiene siete relatos en los que se reflexiona sobre la profundidad del hombre y sus sentimientos

http://www.elenasasalemdr.com/wp-content/uploads/2012/10/Kundera.pdf

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11. "NOCHES BLANCAS" de Fiodor Dostoievski (Ficción)

http://www.ataun.net/bibliotecagratuita/Cl%C3%A1sicos%20en%20Espa%C3%B1ol/Fedor%20Dostoiewski/Noches%20blancas.pdf

Un joven solitario e introvertido narra como conoce de forma accidental a una muchacha durante una noche blanca, fenómeno que se da en la ciudad rusa durante la epoca del solsticio de verano y a causa del cual la oscuridad nunca es completa.

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martes, 27 de febrero de 2018

Libros clásicos cortos

1. "EL EXTRAÑO CASO DEL DOCTOR JECKYLL Y MISTER HYDE" de Robert Louis Stevenson. (Misterio, suspenso).

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Esta novela aborda uno de los temas que más ha inquietado a la humanidad: el bien y el mal. Sin duda una obra de influencia enorme, no sólo por sus méritos literarios, sino por el legado cultural que creció alrededor de sus temáticas.
Las descripciones, consistentes y precisas, nos sumergen en las calles de Londres, donde el señor Utterson investiga el caso de Mr. Hyde, quien, al parecer, está vinculado de alguna forma con el doctor Jekyll, viejo amigo de aquél. A partir de esta búsqueda, se desprenden los fragmentos de verdades, las historias y el terror.

http://biblioteca.org.ar/libros/300564.pdf

2. "CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA" de Gabriel García Márquez. (Novela policíaca).

Se basa en un hecho histórico acontecido en la tierra natal de escritor. Cuando empieza la novela, ya se sabe que los hermanos Vicario van a matara a Santiago Nasar -de hecho ya le han matado- para vengar el honor ultrajado de su hermana Ángela, pero el relato termina precisamente en el momento en que Santiago Nasar. El autor va narrando los hechos, de cómo sucedieron tiempo atrás, avanza y retrocede en su relato y hasta llega mucho después para contar el destino de los supervivientes.

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http://www.itvalledelguadiana.edu.mx/librosdigitales/Gabriel%20Garcia%20Marquez%20-%20Cr%C3%B3nica%20de%20una%20Muerte%20Anunciada.pdf

 3. "LA TREGUA" de Mario Benedetti. (Novela romántica).

Martín Santomé, viudo con tres hijos, en las vísperas de su jubilación comienza a registrar en un diario su vida gris y sin relieve. La rutina cotidiana en la oficina y la de un hogar desunido se verá alterada cuando irrumpe en su camino la joven Laura Avellaneda, su nueva empleada. 

"El tiempo se va. A veces pienso que tendría que vivir apurado, que sacarle el máximo partido a estos años que quedan... Tengo la angustiante sensación de que la vida se me satá escapando, como si mis venas se hubieran abierto y yo no pudiera detener mi sangre".

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https://www.guiacultural.com/guia_regional/regional/uruguay/letr_uy/mario_benedetti_-_la_tregua.pdf

4. "LEYENDAS" de Gustavo Adolfo Bécquer. (Terror)

http://www.itvalledelguadiana.edu.mx/librosdigitales/Gustavo%20Adolfo%20B%C3%A9cquer%20-%20Leyendas.pdf 

Conjunto de leyendas de misterio y terror, como ven, el autor no sólo centro su escritura en la poesía, sino que también se adentró en lo sobrenatural a través de sus relatos convertidos en un libro clásico.

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5. "EL RETRATO DE DORIAN GRAY" de Oscar Wilde. (Novela de misterio)

http://www.biblioteca.org.ar/libros/130156.pdf

La historia de un hombre que no envejece, sólo lo hace la pintura en que fué retratado, a lo largo de la novela nos adentramos en la trama y en la psicología del personaje principal, el famoso Dorian Gray, clásico imprescindible que no podrás dejar de leer.

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lunes, 26 de febrero de 2018

Drácula

Bram Stoker, autor de "Drácula", creó un clásico de la literatura, ícono dentro de la clasificación de novela de misterio y terror, el cuál fué escrito de forma epistolar, es decir, a través de cartas que escribían los personajes, de manera que desde su particular punto de vista narran los sucesos que van aconteciendo. No se hace la lectura para nada aburrida, al contrario, te atrapa desde la primera página y leer esta novela es una oportunidad para adentrarnos al mundo del vampiro más famoso de la historia. 

https://portalacademico.cch.unam.mx/materiales/al/cont/tall/tlriid/tlriid4/circuloLectores/docs/dracula.pdf

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jueves, 22 de febrero de 2018

El invitado de Drácula

"El invitado de Drácula", es un relato corto de Bram Stoker. "Drácula" desde su publicación en 1897 ha sido un modelo a seguir en la literatura de horror e incluso de otros géneros. Su influencia está en las disciplinas artísticas y continúa filtrándose en los estudios culturales y literarios.

http://www.cch.unam.mx/bibliotecadigital/libros/Bram%20Stoker/El%20huesped%20de%20Dracula.pdf
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martes, 20 de febrero de 2018

El coronel no tiene quien le escriba

Un viejo coronel retirado va al puerto todos los viernes a esperar la llegada de la carta oficial que responda a la justa reclamación de sus derechos por los servicios prestados a la patria. Pero la patria permanece muda...
En El coronel no tiene quien le escriba hay una aura de cosas no dichas, de medias luces, silencios elocuentes y milagros secretos, en que se define siempre o que se omite y resalta lo que quiere pasar inadvertido. Un soplo de misterio atraviesa el libro, que apenas tiene cien páginas, pero está envuelto en sombras luminosas. Pocos personajes de la novela latinoamericana seducen tanto como el viejo y maniático Coronel, que terminado el libro vive largo tiempo en la memoria. Es una especie de niño prodigio envejecido, loco y cuerdo, conmovedor y humano, maravillado y tragicómico. Tiene no sólo una personalidad sino un alma.

http://biblio3.url.edu.gt/Libros/el_coro.pdf

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lunes, 19 de febrero de 2018

Biblioteca gratuita

Ahora vamos a tener acceso a una larga lista de más de 1000 obras literarias agrupadas según el género, autor, o idioma (algunos archivos de lectura están disponibles en formato ePub). Hacemos clic en el enlace que nos interese, por ejemplo: Clásicos en español / Miguel de Cervantes como se muestra en la imagen:



En seguida elegimos una de las obras disponibles para tener acceso inmediato al PDF gratuito. Ahora podemos descargar el libro o guardar en Pocket. ¡Eso eso todo!
http://www.ataun.net/BIBLIOTECAGRATUITA/indice.html

jueves, 15 de febrero de 2018

Ligeia

"Ligeia", es un cuento corto de terror del escritor Edgar Allan Poe, éste cuento presenta tres temas fundamentales: el amor, muerte y resurreción, es considerado como uno de los mejores cuentos del autor.

http://www.dominiopublico.es/libros/P/Edgar_Allan_Poe/Edgar%20Allan%20Poe%20-%20Ligeia.pdf

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Ilustración de Benjamin Lacombe, Ligeia, en "Cuentos macabros".

miércoles, 14 de febrero de 2018

Para este día, qué mejor que dejarles frases acerca del amor escritas por grandes autores, si tienes alguna otra que quieras compartir de algún autor o escrita por tí mism@, adelante :
1. Hay amores tan bellos que justifican todas las locuras que hacen cometer. —Plutarco.
2. Las cartas de amor se empiezan sin saber lo que se va a decir y se terminan sin saber lo que se ha dicho. —Jean-Jacques Rousseau.
3. No ser amados es una simple desventura; la verdadera desgracia es no amar. —Albert Camus.
4. El amor es intensidad y por esto es una distensión del tiempo: estira los minutos y los alarga como siglos. —Octavio Paz.
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5. El amor es el anhelo de salir de uno mismo. —Charles Baudelaire.
6. Temer al amor es temer a la vida, y los que temen a la vida ya están medio muertos. —Bertrand Russell.
7. El amor es una maravillosa flor, pero es necesario tener el valor de ir a buscarla al borde de un horrible precipicio. —Stendhal.
8. Es tan corto el amor y es tan largo el olvido…Pablo Neruda.
9. El amor se compone de una sola alma que habita en dos cuerpos. —Aristóteles.
10. El verdadero amor no es el amor propio, es el que consigue que el amante se abra a las demás personas y a la vida; no atosiga, no aísla, no rechaza, no persigue: solamente acepta. —Antonio Gala.
11. ¿Por qué, si el amor es lo contrario a la guerra, es una guerra en sí?Benito Pérez-Galdós.
12. Trata de amar al prójimo. Ya me dirás el resultado. —Jean-Paul Sartre.
13. El amor es una pieza de teatro en la que los actos son muy cortos y los entreactos, muy largos. ¿Cómo llenar los intermedios sino mediante el ingenio?Ninon de l’Enclos.
14. Hay que saber que no existe país sobre la tierra donde el amor no haya convertido a los amantes en poetas. —Voltaire.
15. En asuntos de amor, los locos son los que tienen más experiencia. De amor no preguntes nunca a los cuerdos; los cuerdos aman cuerdamente, que es como no haber amado nunca. —Jacinto Benavente.
16. Hay quien ha venido al mundo para amar a una sola mujer y, consecuentemente, no es probable que tropiece con ella. —José Ortega y Gasset.
17. Amar no es mirarse el uno al otro; es mirar juntos en la misma dirección. —Antoine de Saint-Exupéry.
18. Nacemos solos, vivimos solos, morimos solos. Sólo mediante el amor y la amistad podemos crear la ilusión momentánea de que no estamos solos. —Orson Welles.
19. Sabes que estás enamorado cuando no quieres acostarte porque la realidad es por fin mejor que tus sueños. —Dr. Seuss.
20. Lo malo del amor es que muchos lo confunden con la gastritis y, cuando se han curado de la indisposición, se encuentran con que se han casado. —Groucho Marx.

Las 20 pinturas más famosas

     1. La Mona Lisa


Ninguna lista de las pinturas más famosas estaría completa sin la mención de la Mona Lisa de Leonardo da Vinci. Este infame retrato de Lisa del Giocondo fue completado en algún momento entre 1503 - 1519 y actualmente esta exhibida en el Museo del Louvre en París.




     2. La Noche Estrellada

Vincent Van Gogh ha pintado un sinnúmero de conocidas piezas; sin embargo su pintura La Noche Estrellada es sobradamente considerada su opus magnum. Pintada en 1889, la pieza fue hecha desde la memoria y representa caprichosamente la vista desde su habitación del sanatorio donde residía en ese momento.



     3. El Grito
Usando óleo y pastel sobre cartón, Edvard Munch pintó su obra más famosa, El Grito, hacia 1893. Ofrece una figura fantasmal que se parece al anfitrión de Historias de la Cripta, el fondo de esta pintura expresionista se dice que es Oslo, Noruega.


     4. Guernica
Inspirado en el bombardeo de Guernica, España, durante la Guerra Civil española, Pablo Picasso completó su obra más famosa, en 1937. Esta obra fue originalmente encargada por el gobierno español e intentaba representar el sufrimiento de la guerra y finalmente presentarse como un símbolo de paz.


     5. La persistencia de la memoria
Pintada en 1931 por otro artista español, La persistencia de la Memoria de Salvador Dalí es una de las piezas mas reconocibles e individuales de la historia del arte. Representa una costa lúgubre cubierta de relojes derretidos, se cree que la teoría de Einstein de la relatividad inspiró esta extraña obra.


6. Los tres músicos
A primera vista podría parecer un collage pero es una famosa pintura de Pablo Picasso, los Tres Músicos en realidad es una pintura al óleo. Completada en 1921, pintó dos pinturas muy similares que se refieren mutuamente a los Tres Músicos y puede ser encontrada en el MoMa de Nueva York y el museo de arte de Filadelfia.


     7. Un domingo por la tarde en la isla de La Grande Jatte
Usando la única técnica del puntillismo, creando una imagen completa compuesta por puntos, el pintor francés Georges Seurat nos trae su más famosa obra, Una tarde de Domingo en la isla de La Grande Jatte.


     8. La joven de la perla
Considerada por algunos como la "Mona Lisa del Norte," esta encantadora pintura del artista holandés Johannes Vermeer, representa exactamente lo que el título indica - La joven de la perla (Girl with Pearl Earring). Completada hacia 1665, esta obra ahora puede ser encontrada en la galería Mauritshuis en La Haya. 


     9. La madre de Whistler (Whistler's Mothers)
Whistler' Mother es el nombre truncado del retrato más famoso de James McNeill conocida originalmente como Retrato en blanco y negro de la madre del artista. Pintado en 1871, es una de las pocas obras americanas en esta lista - a pesar de que es una obra propiedad del museo parisino y por eso rara vez es vista en los Estados U.


     10. Retrato del artista sin barba
Aunque el título no es muy creativo, el Retrato de si mismo sin barba de Vincent Van Gogh es indudablemente una de las más notables pinturas de todos los tiempos. Mientras que Van Gogh había pintado muchos retratos antes, este es el más notable porque es uno de los pocos que le representa sin barba. Además, ha sido vendida por 71,5 millones de dólares en 1998, es una de las pinturas más caras que se han vendido nunca.


     11. La ronda de noche
En su lengua nativa holandesa, De Nachtwacht es más conocida popularmente en la cultura moderna como The Night Watch (La guardia nocturna). Usando óleo sobre lienzo, Rembrandt (van Rijn) fue encargado por el capitán de la milicia y sus 17 guardas de la milicia en 1642 para pintar a su compañía, en un esfuerzo por mostrar a la reina de Francia que estaría de visita.


     12. El beso
Promocionada como la pintura más famosa de Gustav Klimt, The Kiss es una representación realista y geométrica del beso de una pareja, completada en 1908 en Viena, Austria. Lo que hace diferente a esta obra a otras obras al óleo de esta lista es que también incorpora hojas doradas en el lienzo (además del óleo).


     13. Lirios de agua
El pintor francés Claude Monet pintó una serie de 250 obras conocidas como Water Lilies entre 1840 y 1926 - que es exactamente lo que suena, 250 pinturas representando lirios de agua del estanque de su jardín. Mientras que esto no es una pintura individual, teniendo en cuenta la recaudación que se reparte entre las galerías más famosas del mundo, la serie merece estar en la lista.


     14. El portador de flores
Conocido en su idioma natal como "Cargador de flores", The Flower Carrier esta pintado por Diego Rivera en 1953. Considerado extensamente como el más grande pintor mexicano del siglo XX, Rivera fue conocido por sus pinturas simples dominadas por colores brillantes y The Flower Carrier no es una excepción.


     15. Gótico estadounidense
Marcando la lista con una pieza icónica del arte estadounidense, American Gothic, pintada por Grant Wood en 1930 es una pintura seca de un granjero y su mujer - la Gran Depresión personificada.


     16. Terraza de café por la noche (Cafe Terrace at Night)
Nunca siendo llamativo para los títulos, Terraza de café por la noche (1888) del siempre prolífico Vincent Van Gogh, es una de las representaciones más individuales del entorno mundano. Aunque Van Gogh nunca firmó esta obra, hace referencia a su obra maestra del café en muchos documentos personales.


     17. El hijo del hombre (The Son of Man)
La pieza más actual de esta lista, pintada en 1964, es el The Son of Man de Rene Magrittees. aunque es un retrato de si mismo, su cara está cubierta en gran parte por una manzana verde flotante y contribuye a su serie de pinturas conocidas como The Great War on Facades.


     18. No. 5, 1948
Otra de las obras más actuales, pintada por Jackson Pollock en 1948, el título impersonal No. 5, 1948, aunque caótico, es un pedazo de la firma del arte, no obstante,revela la visión de la confusión que fue arremolinándose dentro de Pollock. 


     19. Baile en el Moulin de la Galette (Bal du moulin de la galette)
Mientras que las imágenes de esta pintura no podrían ser reconocidas inmediatamente, ha sido vendida por $78,1 millones (precio ajustado de $127,4 millones), Bal du Moulin de la Galette, del pintor francés Auguste Renoires, es una de las pinturas más caras de todos los tiempos, por lo tanto, una de las más famosas.


     20. Perros jugando al Póquer (Dogs PLaying Poker)
Encargado por cigarros Brown & Begelow en 1903, el pintor americano C.M. Coolidge pintó 16 imágenes inolvidables de Dogs Playing Poker para la marca. Parodiados muchas veces en las tarjetas de felicitación y la cultura popular, esta serie de perros jugando a las cartas alrededor de una mesa es ampliamente reconocida como un verdadero icono.